EL ESPÍRITU OPERATIVO EN LA MASONERÍA (III)
EL ESPÍRITU OPERATIVO DE LA MASONERÍA (III)
Francisco Ariza
El Símbolo y el Rito
Vayamos a ver, pues, algunos de esos símbolos que
constituyen, junto a los ritos, el patrimonio vivo y el verdadero tesoro de la
Tradición Masónica. En aras de una mayor claridad, podemos clasificarlos de la
siguiente manera: en símbolos geométricos y visuales; en símbolos sonoros y
vocales; y por último en símbolos en movimiento, que no son otros que los
ritos. Sobre la importancia de los símbolos geométricos y visuales en la
Masonería baste con recordar que antiguamente se identificaba a ésta con la
propia Geometría, lo cual es perfectamente lógico pues esta última encuentra su
aplicación natural en la arquitectura. En efecto, la palabra geometría deriva
de Gea (tierra) y metrón (medida), es decir "medida de la
tierra", lo que desde luego tiene mucho que ver con el oficio de
constructor en cuanto que éste delimita un espacio con el fin de realizar su
obra.
Por otro lado, el simbolismo geométrico es, al igual que el
numérico, una de las herencias más importantes que la Masonería ha recibido de
la tradición pitagórica. Hay que recordar que las cofradías medievales de
constructores procedían directamente de los colegios artesanales de la antigua
Roma, y que éstos habían recibido gran parte de sus conocimientos sobre
geometría directamente de los pitagóricos. Una filiación jamás interrumpida
existiría entonces entre la Orden masónica y la pitagórica, hasta el punto de
que muchos masones han visto en la Masonería una adaptación del Pitagorismo a
los tiempos actuales.
Lo cierto es que en las leyendas masónicas Pitágoras
figura, junto al dios Hermes, como uno de los fundadores míticos de la Orden.
En efecto, en esas leyendas tanto Pitágoras como Hermes son los que encuentran
las dos columnas (asimiladas posteriormente a las columnas J. y B. del templo
masónico) donde se grabó todo el saber que remontaba a los orígenes mismos de
la humanidad, y entre las que se encontraban las artes y ciencias de la Cosmogonía.
Como señala a este respecto Federico González, esas dos columnas:
configuran los dos grandes afluentes sapienciales que
nutrirán la Orden: el hermetismo que asegurará la protección del dios a través
de la Filosofía, es decir del Conocimiento, y el pitagorismo que dará los
elementos aritméticos y geométricos necesarios que reclama el simbolismo
constructivo; se debe considerar que ambas corrientes son directa o
indirectamente de origen egipcio. Igualmente que esas dos columnas son las
piernas de la Madre Logia, por las que es parido el Neófito, es decir por la
sabiduría de Hermes, el gran iniciador, y por Pitágoras el instructor gnóstico.
(1)
Podríamos entonces decir que la Masonería es la confluencia
natural de esas dos corrientes constitutivas de la Tradición Unánime, y que en
ella son sólo una, conformando su identidad y su ser.
Volviendo al simbolismo geométrico, debemos considerar
dentro de éste a las propias herramientas o útiles. Concretamente hablamos del
nivel, la plomada, la escuadra y el compás. Todas ellas están relacionadas
directamente con las formas geométricas fundamentales. Por ejemplo, la plomada
es claramente un símbolo de la vertical, y el nivel de la horizontal.
Nivel, plomada y escuadra de los Collegia fabrorum. Estela funeraria romana.
En el simbolismo constructivo ambas son indisociables y se
necesitan mutuamente, pues la verticalidad del edificio, es decir su
perpendicularidad, le viene dada por la perfecta nivelación del mismo. Y a su
vez esa nivelación es la resultante de un equilibrio que se consigue gracias a
la presencia constante de un eje vertical, que señala el "justo
medio" que impide cualquier desnivelación. La plomada y el nivel representan
entonces los dos ejes de coordenadas que posibilitan el levantamiento armonioso
de toda la construcción.
Lo mismo ocurre con la escuadra, que se forma por la unión
de una vertical y una horizontal. Con esta herramienta también construimos la
figura del cuadrado, e igualmente la cruz si unimos dos escuadras por sus
vértices respectivos. Ambas figuras son inseparables de la idea de cuaternario;
así: los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, las cuatro estaciones,
los cuatro períodos cíclicos de la humanidad, las cuatro fases de la luna, los
cuatro períodos de la vida humana, etc., es decir todo lo relacionado con la
tierra y lo terrestre. En realidad la escuadra es un ángulo recto, y ella está
destinada a "escuadrar" la piedra durante su proceso de pulimento,
después de haber sido trabajada por el mazo y el cincel. Recordemos, en fin,
que en latín escuadra se dice "norma", indicando así la idea de
orden, o de "encuadre" que hace posible el orden, especialmente el
del pensamiento, que se hace uno con la Inteligencia que refleja, simbolizada
por el compás, el instrumento de la medida, que se relaciona así con la
Geometría, la “ciencia de la medida”.
Robert Fludd. Utriusque Cosmi Historia II, 1619.
En cuanto a este último es obvia su relación con el círculo
y con todas las figuras que tienden a la circularidad. Pero las formas
circulares siempre son generadas a partir de un centro previo, que es
precisamente el que señala uno de los dos brazos del compás, aquel que
permanece inmóvil mientras el otro gira a su alrededor. El centro de la
circunferencia sería, pues, una imagen simbólica del Principio, y la
circunferencia misma, una imagen a su vez de la multiplicidad de la
manifestación, surgida o generada por la irradiación de ese Principio, que
permanece no obstante inmutable mientras todo gira, cambia y muta a su
alrededor. Por eso el compás es uno de los símbolos que se asocian directamente
con la actividad creadora del Gran Arquitecto, como lo testimonian numerosos
grabados donde se le representa con un compás en la mano trazando el plano de
su obra, es decir del Cosmos. En este sentido, non es entonces de extrañar que
en el Compañerazgo al Compás se le denomine la “herramienta del Señor”.
Otras dos figuras geométricas importantes son el Delta
Luminoso (de forma triangular) y la Estrella de cinco puntas o Estrella
flamígera, símbolos respectivos del Gran Arquitecto y del hombre plenamente
regenerado que ha retornado al centro de sí mismo. Se da la circunstancia de
que tanto el Delta como la Estrella flamígera son de origen pitagórico, pues
están íntimamente relacionados con la Tetraktys (que tiene también forma
triangular), y con el Pentalfa o Estrella pentagramática respectivamente, signo
distintivo este último de la cofradía pitagórica.
Entre el segundo grupo de símbolos, los sonoros y vocales,
encontramos las "palabras sagradas" y las "palabras de
paso", así como las leyendas relatadas en los distintos grados. Todo ello
forma parte de la enseñanza oral de la Masonería, que se complementa perfectamente
con la enseñanza visual propia del simbolismo geométrico. Las "palabras
sagradas" se denominan así porque representan diferentes nombres del Gran
Arquitecto. Cada grado masónico está signado y tiene su propia palabra sagrada.
El significado de esa palabra da sentido y orienta los trabajos rituales y
simbólicos que se desarrollan en cada uno de esos grados. Por eso es tan
importante para el masón conocer ese significado, pues para él será un punto de
referencia axial constante y permanente que le guiará a lo largo de todo su
proceso iniciático.
Rito de paso. Siglo XVIII
No menos importantes son las "palabras de paso",
así llamadas porque ellas permiten "pasar" de un grado a otro, lo que
las relaciona directamente con la simbólica de pasaje o de tránsito, común a
todas las tradiciones iniciáticas. La expresión "estar en posesión de la
palabra de paso" quiere decir que el masón ha culminado una etapa dentro
de su proceso de Conocimiento, que ha progresado en las "vías que le han
sido trazadas" desde antiguo por su tradición, y que por tanto está
preparado interiormente para recibir el "aumento de su salario".
Y por último están los símbolos en movimiento, que como
dijimos no son otros que los ritos. El rito pone en práctica la idea que el
símbolo expresa. Representa el desarrollo y la vivencia de esa idea, es decir
de hacerla efectiva mediante su permanente reiteración. De nada serviría
comprender lo que el símbolo manifiesta si después esa comprensión no se vive
como una realidad verdaderamente transformadora.
Por eso mismo es tan importante el rito dentro de la
Masonería, pues sin esa constante vivificación de los símbolos los trabajos que
se hacen en la Logia carecerían de toda "fuerza y vigor",
convirtiéndose en meras alegorías cuando no en actos puramente mecánicos. En
este sentido la meditación, la concentración y el trabajo sobre los símbolos
constituyen también una forma del rito, pues el fin último de éste es generar
un estado apto para la comprensión de las realidades superiores vehiculadas por
los símbolos. Se diría, pues, que el rito, realizado en estas condiciones, es
una "meditación en acción", y esto puede hacerse tanto en el interior
de la Logia, como en el mundo, que es la Logia Universal.
Podríamos entonces decir que la Masonería es ella misma un
rito, de ahí que también se denomine "la Orden", como sinónimo del
propio orden cósmico. Por esto mismo, en la Logia masónica (imagen simbólica de
ese orden) todo se cumple según el rito, y todos los gestos y signos rituales
realizados en el interior de la misma han de ser considerados como lo que son:
vehículos transmisores de la enseñanza simbólica y de su influencia
regeneradora.
Verdaderamente no hay mayor rito que la búsqueda del
Conocimiento, pues en ella el hombre encuentra el fundamento mismo de su
existencia. Esa búsqueda es un "acto consciente", y todo lo que a
partir de entonces es realizado, experimentado y vivido durante su desarrollo
pasa a ser significativo, a tener un sentido que nos "orienta" en el
laberinto de este mundo perecedero y nos impulsa hacia el encuentro de nuestro
verdadero ser y origen.
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Nota
(1) Hermetismo y Masonería, capítulo II.
Texto extraído del libro: Masonería. Símbolos y Ritos
El Taller: franciscoariza5@gmail.com
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