A MASSON'S CONFESSION. (LA CONFESIÓN DE UN MASÓN) (1727)

Francisco Ariza


Nota introductoria

Este catecismo fue publicado en el "Scots Magazine" en 1755, si bien se refiere a la Masonería de 1727, por eso se utiliza esta fecha como el origen del documento. Describe a la Masonería operativa practicada en aquella época todavía en Escocia, tratándose por tanto de un texto de un gran valor histórico, además de su interés simbólico; tiene la peculiaridad de presentarse como las confesiones de un masón aparentemente decepcionado de la Masonería al descubrir el poco interés que despiertan en él sus símbolos y ritos. Sigue así la estela de “La Masonería Disecada” de Samuel Prichard, el cual también fue un masón que abandonó la Masonería y acabó por convertirse en enemigo de ella, siendo así un ejemplo negativo de lo que es un “profano con mandil”, que es como se designa en la Masonería a aquellas personas que aunque hayan recibido la iniciación siguen siendo profanos en su fuero interno. Parafraseando la fórmula ritual, son los que habiendo “descendido como cowan jamás ascendieron como masones”.

Pero estas “indiscreciones” permitieron que la Masonería (que por aquel entonces ya había dejado de ser del Oficio y en sus logias cada vez aumentaba más el número de “masones aceptados”) se “popularizase”, es decir que fuera conocida por el gran público, despertando ciertamente el interés de simples “curiosos”, pero al mismo tiempo también de personas que en el fondo eran “masones sin mandil”, es decir que tenían las cualificaciones necesarias para recibir la iniciación masónica, y para ellas la publicación de esos documentos constituyó indudablemente un beneficio, y muchas pudieron ingresar más tarde o más temprano en la Masonería espoleadas por ese “descubrimiento”, con lo que tuvieron la posibilidad de una realización espiritual, y de paso la Masonería aumentaría el número de sus miembros; o sea, que esas “indiscreciones” tuvieron un efecto dual, negativo y positivo, como casi todo en este mundo. Tengamos en cuenta que tan sólo de “La Masonería Disecada” se han hecho más de treinta ediciones a lo largo del tiempo, y únicamente en las dos primeras semanas de su aparición llegaron a hacerse nada menos que tres. Esto demuestra el repentino interés que en ese momento despertó la Masonería en todos los estamentos de la sociedad.

Nosotros pensamos que a pesar de los inconvenientes que ello traería consigo, el hecho de que la Masonería se popularizase y acabasen por entrar en ella personas procedentes de todas las capas sociales (pero especialmente las vinculadas con las profesiones liberales, como artistas, médicos, universitarios, comerciantes, etc., lo que sin duda fue facilitado por el origen artesanal de la Masonería) tuvo un efecto más positivo que negativo, sobre todo si tenemos en cuenta las peculiares condiciones cíclicas en que estaba entrando Occidente a partir del siglo XVIII.[1]

Queremos decir que esa “apertura” de la Masonería a la sociedad de su tiempo (apertura a la que contribuyeron sin duda alguna la publicación de estos documentos) le dio a ésta una “fortaleza” en momentos que la necesitaba, y al menos en este caso la “cantidad” (que no olvidemos es uno de los “signos de nuestro tiempo” y tiene varias lecturas) sí hizo de verdadera “base” o “soporte substancial” de la “cualidad”, es decir que esa “popularidad” propiciaría que las ideas masónicas, y por lo tanto herméticas, continuaran estando presentes de una u otra manera en la sociedad contemporánea. La expresión “hermetismo popular” le cabe también a la Masonería de los siglos XVIII y XIX, épocas en las que ésta conoció su mayor expansión y relevancia, tanto en Europa como en América. La proliferación de logias y talleres en prácticamente todos los países de ambos continentes (pero con mayor abundancia en el “Nuevo Continente”, donde la presencia e influencia del poder eclesiástico era mucho menor que en el “Viejo Continente”) es un testimonio claro de ello.[2] Fco. Ariza





Cuadro de Logia de Maestro


LA TRADUCCIÓN
Al redactor del Scots Magazine. 
Señor:  

Hace algún tiempo, un masón, que habitaba a una distancia muy alejada, y del cual sabía que era hombre de carácter sensato y religioso, me envió una larga carta escrita y firmada de su puño y letra, en la que hacía confesión del juramento, de la palabra y otros secretos de su oficio. En el momento en el que escribía este texto y desde hacía ya cierto tiempo, había estado guardando cama a causa de su angustia física y describía todo lo que le había sucedido con la convicción de que todo ello era un misterio de iniquidad. 

Su relato está entremezclado de reflexiones sobre muchos pasajes de la Escritura y aparte de ella, sobre la iniquidad de la cosa masónica. Considera que el juramento es impío y abominable, que fue un pecado prestarlo y un pecado respetarlo. Trata todos los secretos a propósito de los cuales él prestó juramento como una miscelánea de ceremonias supersticiosas, de mentiras y de vanos absurdos; y renuncia a todo ello como a una horrible perversidad. Al mismo tiempo me apremia a publicar el artículo para la condenación de las personas comprometidas por ese juramento y para poner en guardia a otras contra la trampa; me autoriza a desvelar su nombre, su lugar de residencia y la logia a la cual pertenece. Cualquiera que ella sea yo solamente retomo su escrito, el cual os propongo aquí, en sus propios términos, para ser publicado en vuestro "Magazine"; dejando al mundo juzgar como buenamente le parezca. 

El me informa del hecho de que la relación que da no contiene más que lo que le fue enseñado según los usos de la logia donde fue recibido; sin considerar las variaciones en detalles que pudieran existir en otras logias, pues todas ellas están de acuerdo sobre lo esencial. 
Y realmente no se puede suponer que haya una uniformidad absoluta entre ellas, si, después de lo que sigue, todo el asunto está confiado a la memoria de los Masones y corre por consiguiente la suerte común de las tradiciones orales. 


CONFESION DE UN MASON SOBRE EL JURAMENTO,
LA PALABRA Y OTROS SECRETOS DE ESTE OFICIO.
 
Estas líneas son para certificar la autenticidad de lo que concierne al juramento, la palabra y otros secretos guardados en la corporación de los Masones; yo fui sometido a este mismo juramento por varios de ellos congregados y reunidos en D. hacia el año 1727.

Del Juramento
Después que uno se presenta en la puerta, el que la guarda, llamado el vigilante, le retira la jarretera de la pierna derecha, baja la media, rodándola, sube el pantalón por encima de la rodilla y exige de él que le entregue todos los objetos de metal que lleve puestos. Se lo hace arrodillar sobre la rodilla derecha desnuda; la escuadra se pone tres veces alrededor de su cuerpo y se apoya sobre su pecho, el compás abierto pinchando el pecho y su codo desnudo puesto sobre la Biblia, la mano izquierda levantada. Entonces presta juramento: 
"Como respondería delante de Dios en el gran día, y delante de esta compañía, yo guardaré y esconderé, o no divulgaré ni daré a conocer los secretos de la palabra del Masón [aquí el candidato se compromete a no escribirlas sobre papel de pergamino, madera, piedra, arena, nieve, etc.], bajo pena de serme arrancada la lengua de debajo de mis mandíbulas y mi corazón arrancado de debajo de mi axila izquierda, y mi cuerpo sepultado bajo el límite de los altos mares, allí donde la marea desciende y sube dos veces en veinticuatro horas". 
Inmediatamente después del juramento, el que preside dice: "Habéis descendido como cowan, yo os elevo como Masón". 
Yo no sabía al prestar este juramento lo que eran esos secretos que yo no debía divulgar, no habiendo tenido ninguna información previa. 

Un miembro de la logia me instruyó un poco sobre tales secretos el día mismo en que fui recibido y se lo llamó mi padrino; y otra persona de la logia que yo escogí entonces como preceptor por doce meses, fue llamado mi instructor. 
Es una costumbre anual que estas admisiones por juramento en el seno del oficio tengan lugar en todo el país el día de San Juan, como se le llama, es decir el 27 de diciembre. 

  
De la Palabra
Después del juramento, una palabra me es mostrada en las Escrituras y me dicen que es la palabra del masón. La palabra está en I Reyes 7-21. Dicen que Boaz es la palabra del masón y Jachin la palabra del compañero de oficio. La primera se muestra a un Aprendiz recibido después de haber prestado juramento. La segunda es mostrada al que, habiendo sido aprendiz durante al menos un año, es admitido a un grado más alto en la logia, después de haber prestado nuevamente juramento o proclamado su aprobación en cuanto a esto.

Otros secretos
Ahora voy a desvelaros varios secretos de diversas clases. 
Al principio hay tres líneas trazadas en tiza sobre el suelo, a intervalos más o menos regulares como en A, B y C. El Maestro de la logia se sitúa en M y los Compañeros de oficio, con los Vigilantes y los Aprendices recibidos a la izquierda del Maestro, en ff, y el último Aprendiz recibido en P. 

p
A_________________________________________________
a¬
B_________________________________________________ 
b¬
C________________________________________________ 
c¬
ff                                               M
 
El Maestro dice: "Avanzad". El Aprendiz dice: "No lo haré si no debo".  

El Maestro dice: "Avanzad; os lo permito". 

Entonces, franqueando la primera línea con un pie, mientras que lleva el otro en escuadra a a, pone la mano derecha cerca del hombro izquierdo y dice: "Buenos días, Señores".

Pasando con un pie la segunda línea y llevando el otro en escuadra a b, pone la mano derecha en el costado izquierdo y dice: "Dios sea en este lugar". Franqueando la tercera línea con un pie y llevando el otro en escuadra a c, pone la mano derecha sobre la rodilla derecha y dice: "Dios bendiga a todos los honorables Hermanos". 

N.B. ø Al igual que la escuadra ha sido colocada tres veces alrededor de su cuerpo él franquea estas líneas poniendo tres veces los pies en escuadra. 

Pregunta: ¿Qué decís? 

Respuesta: Heme aquí (con los pies en escuadra) el más joven y último aprendiz recibido; preparado para servir a mi Maestro del lunes por la mañana al sábado por la noche en todos los trabajos lícitos. 

P.: ¿Qué os hizo Masón? 

R.: La santa voluntad de Dios todopoderoso me hizo Masón; la escuadra, después de Dios, me hizo Masón; diecinueve Compañeros de oficio y trece Aprendices me hicieron Masón. 

N.B. ø Por lo que recuerdo, toda la logia presente no excedía de veinte personas; pero se me enseñó a responder así, lo cual no puedo explicar. 

P.: ¿Dónde está vuestro Maestro? 

R.: No está tan lejos que no se lo pueda encontrar. 
Entonces, si se tiene la escuadra al alcance de la mano se la aplica sobre la piedra en la cual ellos trabajan. Si no, se ponen los pies en escuadra, como se indica precedentemente. Es en esta actitud que se repiten los secretos. Pues la escuadra es reconocida por el Maestro tanto por la palabra como por la posición de los pies. 

P.: ¿Cómo ponéis una escuadra? 

R.: Coloco dos varas de hierro en el muro. Si dos no convienen, tres convendrán; y esto hace a la vez la escuadra y el nivel. 

N.B. ø Si se colocan dos hierros encima y uno debajo se forma simultáneamente como una escuadra y un nivel. Pero ordinariamente no se pone más que uno. Y la razón por la cual se dice que se "pone" la escuadra en lugar de la "cuelga" es que no se va a colgar su Maestro. 

P.: ¿Qué es un Masón? 

R.: Es Masón el que ha nacido Masón, jurado Masón y Masón de oficio. 

P.: ¿Dónde guardáis la llave de vuestra logia? 

R.: Entre mi lengua y mis dientes y bajo un repliegue de mi hígado, allí donde reposan todos los secretos de mi corazón: puesto que si revelo alguna cosa [sobre lo que pasa] en la logia, mi lengua debe ser arrancada de mis mandíbulas, mi corazón de mi axila izquierda, y mi cuerpo sepultado bajo el límite de los altos mares, allí donde la marea desciende y sube dos veces en veinticuatro horas. 

P.: ¿Cuál es la llave de vuestra logia? 

R.: Una lengua bien colgada. 

P.: ¿Es usted Masón? 

R.: Sí. 
P.: ¿Cómo lo sabré? 

R.: Por los signos, toques y puntos de mi entrada. 

El Maestro: Mostradme uno. 

El Aprendiz: Mostradme el primero, yo os mostraré el segundo. 

Entonces el Maestro le da el signo con la mano derecha sobre el costado izquierdo. 

El Aprendiz: Más claramente. 

Entonces el Maestro se lo da más alto, o desplaza su mano un poco más arriba del costado izquierdo. 

El Aprendiz: Yo guardo y oculto. 

N.B. ø El toque o garra consiste en poner el extremo del pulgar de la mano derecha sobre la primera juntura del segundo dedo a partir del pulgar de la mano derecha del otro. 

P.: ¿Cuántos puntos hay en la palabra? 

R.: Cinco. 

P.: ¿Qué son estos cinco puntos? 

R.: La palabra es el primero, el signo es el segundo, la garra el tercero, el signo penal cuarto y guardar y ocultar el quinto. 

P.: ¿Dónde habéis sido recibido? 

R.: En una logia justa y perfecta. 

P.: ¿Qué es lo que hace a una logia justa y perfecta? 

R.: Cinco Compañeros de oficio y siete aprendices recibidos. 

N.B. ø Ellos no se ciñen a este número aunque lo dicen de esta forma en sus preguntas, operan en número más reducido. 

P.: ¿Dónde debe dar la palabra el Masón? 

R.: En la cima de una montaña, fuera del alcance del canto del gallo, del ladrido del perro o del arrullo de la paloma. 

P.: ¿Cuántos puntos hay en la escuadra? 

R.: Cinco. 

P.: ¿Qué son estos cinco puntos?  

R.: La escuadra nuestra maestra sometida a Dios es uno, el nivel es el segundo, la plomada el tercero, la regla portátil el cuarto, y la vara de medir el quinto. El día en el que un aprendiz jura su obligación, elige una marca para poner en sus útiles, para reconocerlos. Yo escogí ésta. Me costó un Marco escocés. 

Se enseña a responder así a esta cuestión. 

P.: ¿Dónde habéis obtenido esta marca? 

R.: He dejado una, y he tomado otra. 

Si alguno se acerca a un Masón que trabaja en una piedra y dice "esta piedra está hueca", se enseña al aprendiz a responder: "no tan hueca que no pueda ser llenada de nuevo"; o bien: "no más hueca que vuestra cabeza si vuestro cerebro ha salido de ella". 

P.: ¿Cuándo un Masón lleva sus flores? 

R.: Entre San Martín y Navidad. 

P.: ¿Cuál es la librea de un Masón? 

R.: Un gorro amarillo y pantalones azules. Es decir el compás. 

P.: ¿Cuántas joyas hay en vuestra logia? 

R.: Tres. Un pavimento cuadriculado, un perpiaño y una piedra tallada. 

P.: ¿Para qué sirve el pavimento cuadriculado? 

R.: Al Maestro Masón para trazar sus planos sobre el suelo. 

P.: ¿Para qué sirve el perpiaño? 

R.: Para ajustar la escuadra y hacer las medidas. 

P.: ¿Para qué sirve la piedra tallada? 

R.: A mí, el más joven y último aprendiz recibido, para aprender a trabajar sobre ella. 

P.: ¿Qué altura debería tener un asiento de Masón? 

R.: Dos agujas de campanario, un respaldo y una techumbre, todo a la altura de la rodilla. 

N.B. ø Se enseña que el asiento de un cowan está hecho de piedra volcánica con el fin de que se hunda rápidamente. Y está situado mitad en la logia, mitad afuera con el fin de que el cuello del cowan esté bajo el canalón en tiempo de lluvia y que el agua le penetre por entre los hombros y le salga sobre sus zapatos. 

P.: ¿Dónde está el cable de remolque? 

R.: A dieciocho o diecinueve pies y medio de la puerta de la logia; y en su extremo está puesto el mazo que sirve para pulir las piedras. 

N.B. No hay allí ningún objeto del género cable de remolcar. 

P.: ¿Dónde situáis vuestra logia? 

R.: Sobre la vertiente soleada de una colina a fin de que el sol se eleve por encima de ella al levantarse. 

N.B. ø Una logia es el lugar donde los Masones se reúnen y trabajan. De allí viene que esta asamblea o sociedad de Masones sea llamada una logia. 

P.: ¿Cómo está dispuesta vuestra logia?
 
R.: Este y Oeste, como lo están desde hace tiempo las iglesias y las capillas. 

P.: ¿Por qué así? 

R.: Porque ellas fueron santas y nosotros deberíamos serlo también. 

P.: ¿Cuántas luces hay en vuestra logia?
 
R.: Tres. 

P.: ¿Cuáles son? 

R.: El Sur-Este, el Sur y el Sur-Oeste. 

P.: ¿Cuántos niveles hay en vuestra logia? 

R.: Tres. 

P.: ¿Cuáles son? 

R.: El sol, la mar y el nivel. 

N.B. Ignoro por qué razón el sol y la mar son citados entre sus niveles, pero ellos lo quieren así. Mostrar en detalle cómo el Maestro Masón se coloca al lado Sur-Este de la logia y los Compañeros de oficio justo a su lado, al lado de éstos los Vigilantes y al lado de ellos los Aprendices recibidos, a qué distancias están situados los asientos de los unos de los otros y con qué útiles trabajan, no sería de ningún interés. 

P.: ¿Dónde guardáis la llave de vuestra logia? 

R.: A dos pies y medio de la puerta de la logia, bajo un brezo verde. 

N.B. ø Esto se explica por su juramento, por el cual los secretos de la logia son puestos al abrigo de las gotas; es decir de los Aprendices no recibidos o de cualquiera que no fuera de su sociedad y que ellos llaman gotas. 

P.: ¿Cuánto tiempo un aprendiz debería llevar su camisa? 

R.: Hasta que ella tenga nueve nudos; tres en lo alto de la espalda y tres a lo largo de cada brazo. 

Existen igualmente otros diversos signos por los que se distinguen o reconocen entre ellos. Así, si uno de ellos se encuentra en una asamblea y quiere llamar a otro Masón, lo hace pasándole un pedazo de papel con un lado doblado en escuadra; y suponed que lo arrugue en su mano, cuando se abra el pliegue en escuadra será lo que se remarcará. O si él hace pasar su guante, entonces la escuadra se hace sobre la primera articulación del segundo dedo, con la uña del pulgar o cualquier otra cosa. 

Para reconocer a otro al beber, se dice: "Bebed". El otro dice: "No". Se dice una segunda vez: "Bebed". El otro responde: "Después de vos, según las buenas costumbres". Se dice entonces: "Bebed, yo respondo de vos". Entonces el otro bebe. 

Al llegar a una casa donde puede haber Masones, se debe llamar tres veces a la puerta: uno débil, uno más fuerte y uno aún más fuerte. Se da el signo poniendo la mano derecha en alto del lado izquierdo. O bien al cabalgar, se debe golpear el caballo por encima del hombro izquierdo. En un país del cual se ignora la lengua, se debe arrodillar sobre una rodilla levantando la mano delante de los Masones. 

Si se llega a una asamblea, y se quiere saber si se encuentra en ella un Masón, uno hace que se tropieza al entrar y dice: "El día está hecho para ver y la noche para entender. Gracias a Dios todos tenemos nuestros beneficios habituales. No hay diferencia entre una vaca parda y una vaca parda sin cuernos". Entonces si hay un Masón en la compañía, él dice: 

"¿Qué dice el Compañero?". Se responde: "Yo no digo nada que no pueda repetir: No hay diferencia entre una vaca parda y una vaca parda sin cuernos". 
Se reconoce al caballo de un Masón entre los demás, por el estribo izquierdo que está levantado. Para saber si hay uno o varios Masones en una compañía que uno se encuentre en el camino se dice: "¿Quién marcha?" Entonces si hay uno, él dice: "Un hombre marcha". Si hay varios la respuesta es: "Unos hombres marchan". Entonces se dice: "Bravas gentes y Maestros, estad contentos; que Dios bendiga toda vuestra compañía". O bien se da el signo, con la mano derecha sobre el soplo, lo que se llama la orden regular de los Compañeros de oficio; y la garra aprisionando sus dedos en la muñeca del otro, después, su codo; o se ponen mano en mano, pie contra pie, rodilla contra rodilla, corazón contra corazón, oreja contra oreja, y se dice: "Yo os saludo, yo os saludo, que Dios os salve y haga de vos un buen Maestro Masón; soy un joven, buscando fortuna; si podéis darme la ocasión, os haré una buena acción". 

Voy a describir ahora lo que ellos llaman la "lección del lunes". Cuando el Aprendiz llega a la puerta de la cocina de su Maestro, debe dar tres golpes: uno débil, otro más fuerte y otro aún más fuerte. Si no hay respuesta, debe tirar del pestillo y entrar, lavar los platos y barrer la casa. 

P.: ¿A qué distancia el Aprendiz debe llevar las cenizas? 

R.: Tan lejos que pueda ver el humo salir de la chimenea. 

Después de que llega a la puerta de la habitación de su Maestro da tres golpes: uno débil, otro más fuerte y otro aún más fuerte y dice: "Maestro, ¿os despertáis? Si el Maestro responde: "No tanto ruido, puedo despertarme", entonces él entra. El Maestro pregunta: "¿Qué tiempo hace esta mañana?". El responde: "Es una bella mañana; el viento está al Oeste y el sol al Este; son las cinco pasadas y van para las seis". El Maestro dice: "¿Quién os lo ha dicho?". El Aprendiz responde que ha encontrado un "hombre de los brezos". "Sí, responde su Maestro, la tristeza se levanta temprano en la mañana”. 

P.: ¿Cómo da el Aprendiz su camisa a su Maestro? 

R.: El se la presenta por la manga izquierda, después el cuello y la parte delantera por encima, a punto para ser enfilada. Le da el resto de sus vestimentas de la misma forma. Después de esto, le da agua para lavarse, luego le tiende una toalla para secarse. Si no tiene le ofrece un paño de su camisa. Si no tiene le dice que lo haga como pueda. A continuación él sigue a su Maestro al subir la calle y al descenderla, con el pie derecho a la izquierda de su Maestro, del lado de la espada, a la distancia de una vara de nueve pulgadas, hasta que llega a dieciséis pies y medio de la puerta de la logia. Entonces el Aprendiz deja al Maestro. Va a preparar la logia y poner los objetos en orden. Después de esto él llama los hombres al trabajo. 

Esto es todo lo que hay para decir, o al menos todo lo que recuerdo sobre sus invenciones.


Notas 
[1] “Desde el punto de vista histórico nace la Masonería en una época donde las corporaciones de artesanos pasaban a ser instituciones de poder y el profesionalismo de sus integrantes ocupaba una función en el encuadre del Estado. Esta influencia es pareja a la pérdida de influencia de la Iglesia, y de la Monarquía, y se corresponde con la creciente preponderancia de la burguesía formada por profesionales, mercaderes y administrativos, en siglos posteriores. Y esta determinación que hace a los ciclos históricos y a las castas marcará de algún modo a los masones, que en líneas generales pertenecen a estos estamentos profesionales y comerciales, a los que también protege el dios Mercurio”. Federico González: Hermetismo y Masonería, cap. II., p.136.

[2] “Queremos destacar la importancia que ha tenido la Masonería –y por su intermedio la Tradición Hermética- en la independencia y organización de las repúblicas americanas (de Norte, Centro y Sur), donde pueden destacarse entre otras las figuras de Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Jorge Washington, José de San Martín, Antonio José de Sucre, José Martí, Miguel Hidalgo, etc., no sólo fundadores de países, constituciones, legislaciones e instituciones sino de ciudades, tal el caso de la ciudad de Washington DC., capital de Estados Unidos que lleva el nombre de su fundador y de la Ciudad de la Plata, provincia de Buenos Aires fundada por el maestro masón Dardo Rocha. Debe señalarse que lo anteriormente señalado se hizo en base al ordenamiento de esos pueblos promoviendo la cultura, la educación, el arte y las buenas maneras en países donde primaba la desorganización y la violencia, cumpliendo desde luego la Masonería una función civilizadora que subsiste de distinta forma hasta nuestros días, ya que América, sus instituciones y formas de vida, han nacido históricamente bajo su signo”. Federico González: Ibid., p. 141-142.

Nota
Texto perteneciente al libro: La Tradición Masónica. Historia, Símbolismo, Documentos Fundadores.





El Taller: franciscoariza5@gmail.com

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