ABRAHAM y su vínculo con la Masonería (Texto y Vídeo-Podcast)

Francisco Ariza



Abraham en la catedral de Santiago de Compostela.

El Patriarca de las tres religiones monoteístas o del Libro (Judaísmo, Cris­tia­nismo e Islam) también desempeña un papel impor­tante en la historia sagrada de la Masonería, sobre todo en los Old Charges (los "Antiguos Deberes"), manuscritos que recogen las leyendas del Oficio, siendo por tanto un depósito de la memoria de la "cadena de transmisión iniciática". En efecto, en varios de esos documentos Abra­ham apa­rece forman­do parte de la genealogía masónica, y su nombre está siempre vinculado al del geómetra griego Eu­cli­des, del que se dice fue "su alumno". Uno de esos documentos, el manus­­crito Dowland, que data de 1550, lo refiere del modo si­guiente:

"Cuando Abraham y Sarah llegaron a Egipto, Abraham en­seña a los Egipcios las siete ciencias. Entre sus alumnos se encon­traba Euclides, que estaba particularmente dotado".

Se deja entrever aquí que la presencia de Abraham en Egipto no fue la de un simple pastor de rebaños, sino la del representante de una tradición, la hebrea, que mantuvo relaciones de conocimientos iniciáticos con los egipcios, seguramente con su colegio sacerdotal, los conservadores de la Ciencia Sagrada en esa civilización, los cuales encarnaban al dios Thot-Hermes. Estas “siete ciencias” no son otras que las Artes Liberales, que son propiamente las "artes cosmogónicas" que nutren de contenido los trabajos masónicos pues son parte esencial de la Instrucción en los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro. Por otro lado, al personificar la geometría, Euclides representa asimismo al Pitagorismo, del cual la Masonería se considera heredera directa.

Centrándonos en lo que señala el Manuscrito Dowland, se aprecia en él un evidente y buscado anacronismo, pues Abraham vivió muchos siglos antes que Euclides. Estos anacronismos son frecuentes en las des­cripciones que la Maso­nería hace de su propia historia, lo cual pone de manifiesto que esta debe ser con­si­derada siempre en su sentido estrictamente simbólico, es decir velando y revelando un “secreto iniciático”, en este caso relacionado con las influencias espirituales de la Orden Masónica. A este respecto Denys Ro­man afirma en el Cap. XII de su obra René Guénon et les destins de la Franc-Maçonnerie:

"Si recordamos que en la Edad Media Euclides pers­o­nificaba la geometría, y que, por otro lado, en los antiguos do­cu­mentos la Masonería está con frecuencia asimilada a la geometría, se comprenderá por qué se hace de Eu­clides el discípulo de Abraham, es decir que existe entre el Patriarca y la Orden Masónica una rela­ción de maestro a discípulo, riguro­sa­men­te equivalente a una 'pater­nidad espiritual' ".

Enten­demos con ello que dicha paternidad conlleva necesa­riamente la idea de una transmi­sión de conocimientos iniciáticos y esotéricos a la Masonería (personificada en Euclides) por parte de las tra­di­cio­nes del tronco abrahámico, especial­mente del Judaísmo y del Cris­tianismo, pero también del Islam, como lo deja entrever René Guénon cuando en una correspondencia privada señaló que la Kaabah (el centro sagrado por antonomasia del Islam) fue construida por Abraham y su hijo Ismael, el antepasado de los árabes [1]. Esto mismo lo deja entrever Guénon en Estudios sobre la Franc-Masonería y el Compañerazgo (tomo II) cuando en una reseña de la revista “Masonic Light” (Luz Masónica) de Octubre-Noviembre de 1949, señala que si se quiere ir más lejos de Salomón en cuanto al origen (o uno de los orígenes) de la Masonería se debería ver un indicio muy claro de ello

“en el hecho de que el Nombre divino invocado más particularmente por Abraham fue siempre conservado por la Masonería operativa, y dicha conexión entre Abraham y la Masonería operativa es por lo demás fácilmente comprensible para quien tenga algunos conocimientos de la tradición islámica, porque esa conexión [entre Abraham y la Masonería] está en relación directa con la edificación de la “Kaabah”.

Ese Nom­bre divino hebreo invocado por Abraham no es otro que El-Shaddaï (Dios Todopo­de­roso), todavía presente en determinados rituales de la Maso­nería anglosajona. El-Shaddaï es en realidad el Espíritu de la Construcción Universal, que no es otro que el Gran Arquitecto, o Gran Geómetra del Universo. Este Nombre divino contiene una "medida" prototípica, puesto que su valor numérico es 345. Cada uno de esos números se relacionan con la longitud de cada uno de los lados del triángulo rectángulo del teorema de Pitágoras, de indudable importancia en la construcción, y cuyo desarrollo está figurado en la joya del Past Master o Antiguo Venerable de la Logia. Podemos decir que la elevación al cuadrado de los números 3-4-5 del triángulo rectángulo constituye un "secreto iniciático" del Past-Master, relacionado con el pasaje de lo individual a lo universal, o de la tierra al cielo, representados por la escuadra y el compás, respectivamente. Sobre el Nombre El-Shaddaï y el triángulo rectángulo pitagórico hablaremos en otra ocasión. Francisco Ariza

(27-12-2022, en la festividad de San Juan Evangelista, patrón de la Masonería).

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Nota
[1] Jean-Pierre Laurant: René Guénon. Les enjeux d'une lecture, cap. VI. Ed. Dervy, 2006.

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