EL VENERABLE MAESTRO Y "LA ESTRELLA FLAMEANTE". Francisco Ariza


A la memoria del Q.’. H.’. Phoenix (11-11-1933 / 9-11-2014)


En la Masonería, la Estrella Flameante, o Estrella Radiante, se encuentra a veces representada entre la Escuadra y el Compás. Dicha Estrella es el propio Masón (y en general el iniciado) que ha alcanzado su plena regeneración, de ahí que sea un símbolo del Maestro, y más concretamente del Venerable Maestro de la Logia, como se dice expresamente en el Ritual de Aprendiz de las Logias de Lyon, de 1772, donde leemos lo siguiente:

P - Cuando se os ha dado la luz, ¿qué habéis visto?

R - Tres grandes luces: el Sol, la Luna y la Estrella Flamígera, o el Venerable.

P - Explicadme esto.

R - Así como el Sol ilumina durante el día y la Luna durante la noche, de igual manera la Estrella Flamígera, o el Venerable, preside la logia para iluminarla con sus sabios consejos y sus luces.

En efecto, según este ritual de instrucción, durante el rito de iniciación al grado de Aprendiz lo primero que ven los ojos del recipiendario una vez le es quitada la venda que los cubre es el Sol, la Luna y la Estrella Flameante, que es idéntica al Venerable Maestro.[1] Pero no es este el momento de hablar de los diversos significados de la tríada “el Sol, la Luna y el Venerable Maestro” (que nos llevaría a muy amplios desarrollos), sino que más bien nos centraremos en esa identificación entre el Venerable y la Estrella Flameante.[2] En cualquier caso, diremos que en una primera lectura el Sol y la Luna remiten al “orden natural” de la Creación, marcando la sucesión alternada de los días y de las noches, o sea de los ritmos y los ciclos del tiempo, como podemos leer en el Génesis I, 14. Por el contrario, la luz de la Estrella Flamígera remite al “orden espiritual”, hacia el cual el Venerable, “con sus luces y sabios consejos” y la colaboración del Primer y Segundo Vigilantes, intenta conducir la Logia, expandiendo sobre ella “la luz y el conocimiento”.[3]



Es esa luz y ese conocimiento el que está simbolizando la letra G (letra que entre una de sus significaciones es la inicial de Gnosis (Conocimiento), la cual figura en medio de la Estrella Flameante, que es idéntica al Pentalfa pitagórico, donde en cada uno de sus cincos vértices figura una letra de la palabra griega Eigeia (o Ugeia) referida a la “Salud” en sentido amplio, o sea abarcando la totalidad del ser humano en cuerpo, alma y espíritu.

Pentalfa pitagórico

La letra G es también la inicial de Geometría, que los antiguos masones identificaban con la Masonería misma. Asimismo es la inicial de God (Dios en inglés), que sustituyó a la letra hebrea Yod (o Iod) debido a una asimilación fonética entre ambas.[4] Se trata, por tanto, de indicar que estamos ante el Principio divino que reside en el corazón del hombre “dos veces nacido”, expresión que se refiere a aquel ser que ha “muerto” al estado profano y ha “nacido” de nuevo gracias a la iniciación, recuperando el verdadero estado humano.[5] Recordemos, en este sentido, que las cinco puntas de la Estrella indican también que el iniciado a accedido a su “quintaesencia”, es decir al “centro” de sí mismo.

Esto es precisamente lo que está simbolizando la Estrella Flamígera, y por tanto el Venerable Maestro, que representa al hombre plenamente regenerado hecho a imagen y semejanza del Gran Arquitecto, o Gran Geómetra del Universo, figurado por la letra G, o por la “Iod en el corazón”, representada también por ese “ojo que todo lo ve” que aparece en el centro del Delta Luminoso y que a veces sustituye a la Iod, como podemos ver en la siguiente imagen procedente del frontispicio de la obra del Barón de Tschoudy (siglo XVIII) titulada “La Estrella Flamígera, o Instrucción del Grado de Adepto o Filósofo Sublime y Desconocido".


Conviene recordar a este respecto que en algunas logias que continúan conservando el legado de la Masonería operativa, la letra G dentro de la Estrella Flameante figura en el centro del techo de la Logia, simbolizando así a la Estrella polar, identificada con el propio Gran Arquitecto del Universo. De ella pende una plomada (Eje del Mundo) que desciende hasta el centro mismo de la Logia, uniendo así el centro del Cielo con el centro de la Tierra.

A esto último se refiere precisamente un antiguo Catecismo o Manual de Instrucción del grado de Compañero recogido por Samuel Prichard en Masonry Dissected (1730), con las siguientes preguntas y respuestas:

P - ¿Qué designa esta letra G?

R - Alguien más grande que vos.

P - ¿Quién es más grande que yo, que soy un masón franco y aceptado maestro de una logia?

R - El Gran Arquitecto y Constructor del universo, o aquél que fue izado sobre el pináculo del Templo Santo.

En efecto, por encima del Venerable de una Logia, es decir del “hombre verdadero”, solo puede haber el Gran Arquitecto, o Gran Geómetra, idéntico al “Hombre Universal”, o al “Hombre Transcendente” del Taoísmo, del que el "hombre verdadero" no sería sino su “huella” en el estado humano.[6] Visto en esta perspectiva, todo esto

nos enseña que el gobierno de la logia por el Venerable Maestro es un reflejo, en el mundo de la logia, del gobierno cósmico de la divinidad. El Maestro es a la logia lo que el Gran Arquitecto es al universo, sin que, naturalmente, los dos planos se confundan. El texto de Pritchard citado anteriormente dice muy claramente que el Gran Arquitecto es “alguien más grande” que el maestro de la logia, de tal manera que el Gran Arquitecto sobresale por encima del Venerable Maestro. Por otro lado, el carácter de reflexión del gobierno celeste que presenta el gobierno de la logia por el maestro es lo que motiva que en nuestras logias el sol esté a la izquierda del maestro y la luna a su derecha (...). La logia está dispuesta como si el maestro tuviera de cara al Gran Arquitecto, de tal manera que la tríada masónica aparece como el reflejo en un espejo de la tríada divina.[7]

Fijémonos que el texto de Prichard, después de nombrar al Gran Arquitecto, también dice “o aquél que fue izado sobre el pináculo del templo”. Este párrafo hace referencia a Cristo pues se corresponde palabra por palabra con el texto de Mateo (IV, 1-11), donde se relata el episodio de las tres tentaciones de Cristo, concretamente aquella en la que el diablo lo lleva a Jerusalén y lo “iza sobre el pináculo del Templo”. Por tanto, en este texto el Gran Arquitecto es identificado con Cristo, o con un símbolo referido a él, ya que el “pináculo” no es sino la propia “piedra angular”, o “clave de bóveda” del Templo material y del Templo espiritual, y el hecho de indicar que Cristo estaba “sobre el pináculo”, nos está indicando que aquí se está hablando no de su naturaleza humana, sino de su naturaleza divina (la que no puede ser “tentada” debido a su dimensión metafísica), es decir como Verbo o Logos, “por el que fueron hechas todas las cosas”, como se dice en el Evangelio de Juan.

De ahí las representaciones medievales donde se ve a Cristo como Gran Arquitecto portando en su mano el compás y “trazando un círculo sobre la faz del abismo” (Proverbios VIII, 27), o sea en su función de Gran Geómetra del Universo, lo que nos remite nuevamente a la letra G figurada en el centro de la Estrella Flameante. El Verbo, en tanto que creador del mundo, es también quien lo gobierna mediante los principios que se despliegan a través de las leyes cósmicas, y son estos mismos principios, revelados, o “reflejados”, a través del cuerpo simbólico-ritual de la Orden, con los que el Venerable gobierna, o debería gobernar, su Logia. El Venerable aparece así como intermediario entre la Logia Terrestre y la Logia Celeste, exactamente como la Estrella Flameante, y Radiante se halla situada entre la Escuadra y el Compás, o sea en el “Invariable Medio”, que  es el punto único donde se opera, en el estado humano, “la unión de las influencias celestes y de las influencias terrestres”.[8]  Francisco Ariza



[1] En el fondo, lo que este Ritual está diciendo es una obviedad, pues el Venerable, siendo como es un Maestro masón, se identifica ya con la Estrella Flamígera, que es el símbolo de la reintegración del ser humano en su estado primordial. Pero también pensamos que aquellas Logias de Lyon del siglo XVIII sabían lo que hacían al evidenciar esa identidad de forma tan explícita, pues con ello estaban recogiendo una idea que merecía ser recordada en un momento históricamente delicado para el futuro de la Orden masónica, que estaba mutando de la Masonería operativa a la Masonería especulativa. Lo que esas Logias estaban recordando era ni más ni menos el papel central que tiene en la Creación el ser humano regenerado, que se expresa a través de su naturaleza esencialmente luminosa (la Estrella Flameante) al haber sido engendrado por la Luz del Verbo divino.

[2] Sobre los diversos significados de esta tríada ver el estudio de Edmond Mazet “Le Soleil, la Lune et le Maître de la Loge”, aparecido en el nº 12 de Villard de Honnecourt, 1986.

[3] Como dice Denys Roman en su libro Reflexiones de un cristiano sobre la Franc-Masonería: "Al igual que el Venerable y los dos Vigilantes dirigen la Logia desde abajo, el Gran Arquitecto y los dos San Juan dirigen la Logia desde arriba".

[4] En el cap. XVII de Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, René Guénon señala que antiguamente los masones ingleses identificaban también “las tres letras de God con las iniciales de tres palabras hebreas: Gamal, ‘ÓzDabar (Belleza, Fuerza, Sabiduría)”. 

[5] Recordemos que las cinco puntas de la Estrella indican también que el iniciado a accedido a su “quintaesencia”, es decir al “centro” de sí mismo. 

[6] Si el "hombre verdadero" está simbolizado por la Estrella Flameante, el "hombre trascendente" lo está por la Estrella de Salomón, cuyos dos triángulos entrelazados representan al macrocosmos y al microcosmos.

[7] Edmond Mazet, ibíd.

[8] René Guénon, La Gran Tríada, cap. XIV. Ese “Invariable Medio” es exactamente lo mismo que la Cámara del Medio del Maestro masón.

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