Esquema del Templo de Salomón
Arriba el grabado y encima de estas líneas el plano esquemático del Templo de Salomón, según Juan Bautista Villalpando. Obsérvese cómo los dos cuadrados que están sobre la vertical central ocuparían el Tabernáculo del Templo, con el atrio y el altar de los sacrificios, el cual está representado por el cuadrado más pequeño que estaría en el centro mismo de toda la planta.
Esquema del Tabernáculo del Templo de Salomón con sus dimensiones simbólicas A la izquierda el Debir (o Santo de los Santos), y a la derecha el Hekal (el Santo). Se puede apreciar la perfecta correspondencia con el esquema de la Logia o Templo masónico.
El Templo de Salomón, o de Jerusalén, no solo forma parte del imaginario simbólico de la Masonería, sino que es parte constitutiva de la cultura de Occidente desde el comienzo mismo de la Edad Media, y antes incluso de que empezaran a construirse las grandes catedrales románicas y góticas por toda la tierra europea, incluidas las Islas Británicas. Pero en este momento queremos mencionar más particularmente la edición de una obra verdaderamente monumental, tanto por las dimensiones de la misma como por el tema en ella tratado, que es el del Templo de Salomón visto a través de los escritos y diseños realizados por los jesuitas españoles Juan Bautista Villalpando y Jerónimo de Prado (ambos, pero sobre todo el primero, estrechamente ligados a Juan de Herrera, el arquitecto de Felipe II y constructor de El Escorial, inspirado también en el Templo Hierosolimitano), de los que se editan los facsímiles de esos escritos y diseños, los cuales representan dos de los tres gruesos volúmenes que componen el conjunto de la obra. [1]
Sin embargo, el tercer volumen, llamado "Dios
Arquitecto" (que es el que más bien comentamos) está compuesto por una
serie de estudios de diversos autores que amplían la perspectiva al insertar la
labor de los dos jesuitas dentro de la corriente arquitectónica europea que
durante el Renacimiento continuó conservando al Templo de Salomón, o de
Jerusalén, como su prototipo o modelo, el que precisamente los constructores
medievales supieron plasmar perfectamente en sus edificaciones. Pero, como
afirman algunos de los autores de este volumen, ese modelo no es repetido
siempre conforme al original, sino que es más bien la "Idea" que
inspiró dicho Templo, revelada directamente por Dios, el Gran Arquitecto, la
que se reproduce y desarrolla ampliamente en la arquitectura de Occidente,
llegando incluso, aunque ya en forma fragmentaria, hasta el mismo siglo XVIII.
Esa "Idea" no es otra que la Ciudad Celeste, que cristalizará en un modelo simbólico y arquitectónico del que el Templo de Salomón es un exponente en relación a la Tradición Judeocristiana fundamentalmente, que lo tomará en efecto como referencia en el tiempo de una realidad eterna y siempre presente. Es por esto que en la elaboración de los planos de los arquitectos medievales y
renacentistas intervinieron de manera decisiva las visiones de la Jerusalén
Celeste descritas por el profeta Ezequiel y también por San Juan en el Apocalipsis, que
se sumaron, por así decir, a la estructura originaria del Templo salomónico, el que a su
vez ocupó la función que desempeñaba el tabernáculo "móvil" del
pueblo de Israel antes de sedentarizarse y conformar un reino, momento en que fue construido físicamente el Templo.
A todo esto no es desde luego ajena la arquitectura
islámica, pues la llamada Cúpula de la Roca (construida por los árabes en
el siglo VII), que se encuentra actualmente en la explanada donde estuvo el
Templo de Salomón, fue durante mucho tiempo considerada como un sustituto de
este (a la entrada de la misma figuraba antiguamente una inscripción que decía
"Templum Salomonis"), si bien su forma octogonal rematada por una
cúpula esférica no guarda relación aparente con el mismo, lo cual demuestra que
lo que realmente interesaba era lo que dicha construcción expresaba en el orden
de una geometría esencialmente sagrada. Añadiremos, además, que la Cúpula de la
Roca fue la Casa-Madre de la Orden del Temple cuando esta custodiaba los Santos
Lugares, y su forma octogonal se reprodujo en casi todas las iglesias
construidas por dicha Orden a lo largo y ancho de toda Europa, incorporándose
ya de manera definitiva en el diseño de la arquitectura occidental, signada también por la arquitectura clásica grecorromana, en la cual se inspiraría igualmente J. B. Villalpando, y antes de él por Juan de Herrera. Todo esto
está perfectamente corroborado por los numerosos planos reproducidos en la
obra, muchos de ellos de un valor inestimable, por cuanto constituyen un
testimonio, elaborado a lo largo de los siglos, de cómo todas esas estructuras simbólicas hicieron posible la traslación a la tierra de la "imagen" de la Ciudad
Celeste.
Edición italiana del Templo de Salomón. Comentarios de las Profecías de Ezequiel, de 1596-1604.
En este sentido hemos de destacar los estudios de René
Taylor y André Corboz, especialmente el primero de ellos desde el punto de
vista que más nos interesa, pues trata acerca del simbolismo del Templo, y de
cómo este constituye un reflejo de la Harmoniae Mundi. De este
autor es particularmente interesante el capítulo titulado "Armonía
Pitagórica", donde se centra en la influencia que sobre Villalpando y Jerónimo de Prado tuvieron las concepciones pitagóricas sobre los números y las
proporciones musicales, reveladas mediante la geometría y la arquitectura,
desarrolladas por los maestros herméticos del Renacimiento, Ficino, Francesco
Giorgi, y posteriormente Robert Fludd, Athanasius Kircher, etc. Asimismo que esa Harmoniae se
encuentra impresa en las medidas y estructura del cuerpo humano, es decir en el
microcosmos.
"El punto de partida del padre Villalpando, dice R.
Taylor, es que el Templo fue el perfecto microcosmos, plasmado por la
inteligencia divina... Las harmoniae de Villalpando implicaban la existencia de
un enlace (analogía) entre la música y los cuerpos celestiales. Como el Templo
es un microcosmos de la creación de Dios, necesita incorporar dentro de sí la
armonía universal, según se ve reflejada en los movimientos de los planetas
errantes y las estrellas fijas".
En fin, sólo hemos de objetar que en esta obra tan
exhaustiva, y profunda no haya ningún estudio sobre el simbolismo del Templo o Logia
masónica, que está hecha precisamente a imagen del Templo salomónico, según
consta reiteradamente en la mitología, simbólica y ritual de la Masonería,
la cual es, al fin y al cabo, la heredera aún viva de la "Idea" que
hace posible la Armonía Universal.
Nota
[1] Publicados por la editorial Siruela (Madrid, 1991). Los títulos de estos tres volúmenes son: EL TEMPLO DE SALOMON. Comentarios a la profecía de
Ezequiel según Juan Bautista Villalpando, 554 págs. EL TEMPLO DE
SALOMON, según Jerónimo de Prado, 136 págs. DIOS ARQUITECTO.
Juan Antonio Ramírez, René Taylor, André Corboz, Robert Jan van Pelt, Antonio
Martínez Ripoll. 370 págs.
Todas las entradas de EL TALLER. Revista de Estudios Masónicos
Web del autor: https://www.franciscoariza.com/
EL TALLER en Facebook: https://www.facebook.com/El-Taller-Revista-de-Estudios-Mas%C3%B3nicos-207919419616017/
Comentarios
Publicar un comentario